Me hace mucha ilusión estrenar blog, sobre todo porque me moría de ganas de compartir mis aficiones, ideas, cosas que me gustan, mi día a día…

Y he esperado al día 29 para empezar, porque para mí es una fecha muy especial que recuerdo con mucho cariño.

Hoy hace un año, el 29 de Noviembre de 2012 estaba de viaje en París, ciudad de las luces. Llovía y hacía muchísimo frío. Ni con mis guantes, bufanda, gorro y abrigo tenía suficiente, ¡estaba congelada!

Entré en una  de las pastelerías más antiguas de la capital francesa a reponer fuerzas y tras una difícil elección (Mon Dieur, ¡que bueno era todo!) salí contenta con mi bolsita llena de dulces (como iréis conociendo, me gustan los dulces… de hecho, lo reconozco… ¡me apasionan!… y por eso las pastelerías se han convertido en una visita obligada cuando salgo de viaje).

Y  al salir, ahí estaba esa perrita de cara triste y orejas hasta el suelo mirándome a los ojos… Me arrodillé ante ella y le acerqué los pasteles que había comprado. ¡La perrita movió la cola y se comió todos los dulces de mi mano!

Fue en ese momento cuando decidí que le llamaría Candy, porque era dulce y alegre como todo lo que había en esa pastelería… ¡¡y taaaan mona!! Saqué de mi bolsillo un pañuelo como el que llevaba puesto y se lo até con cuidado en el cuello.

Desde aquel día, juntas acabamos recorriendo las calles de París, descubriendo los más hermosos rincones y las pastelerías más deliciosas!