Si os acordáis, para San Valentín ya hice unas riquísimas galletas de mantequilla decoradas con fondant (click en la imagen para ver el post)
Me encanta hacer galletas porque a parte de estar buenísimas son un detalle perfecto para regalar en ocasiones especiales, o bien, ¡porque sí!
Esta vez las galletas son algo más terroríficas… (¡lo siento, con ataúd y todo!) La masa es la misma que ya colgué (podéis encontrarla en el apartado de recetas o directamente desde aquí) y el fondant que he utilizado en esta ocasión es blanco, naranja y negro.
Y claro, con tanta práctica una va aprendiendo truquitos y va mejorando cada día un poco más! Por ejemplo, cosas que he aprendido esta vez: el tipo de harina a utilizar dependiendo de la receta, enfriar las galletas en la rejilla y no directamente sobre la mesa o mármol, para mezclar la masa, es mucho mejor utilizar varillas,…
Empezaremos por la harina: floja, de fuerza, de repostería, normal…. mon dieur, ¡ y yo sin saber que era tan importante!
Tipos de harina
Para cada receta, es importante saber qué tipo de harina utilizar. ¿Y sabéis en qué se diferencian unas de otras? Como siempre, para empezar, la wikidescripción: harina es el polvo fino que se obtiene del cereal molido y de otros alimentos ricos en almidón. Se puede obtener de distintos cereales aunque la más habitual es la de trigo.
En función de diversos criterios, se clasifican los diferentes tipos de harina. Uno de ellos es la fuerza, factor muy importante a la hora de cocinar. La fuerza de una harina viene dada por el contenido de gluten que contiene (a más gluten, más fuerza)
Harina de fuerza
Son harinas que contienen un alto porcentaje de gluten. Se utiliza para la elaboración de pan, masa para pizza, roscón tipo el de reyes… Absorben mucha agua y dan como resultado masas consistentes y plásticas.
Harina de media fuerza
Adecuada para masas de hojaldre, medialuna, brioche,… Su contenido en gluten es medio.
Harina floja o de repostería
Son harinas que absorben menos humedad y por lo tanto dan resultados más tiernos. Es adecuada por ejemplo para bizcochos, pasteles, galletas, magdalenas, churros, masa quebrada, etc.
Así, para las galletas, la harina a utilizar es la floja o de repostería.
Otra cosa que aprendí es que una vez hecha la masa, lo mejor es partirla en dos, hacer dos bolas grandes y cada una taparla con papel film. Guardarlas un mínimo de 2-3 horas en el frigorífico antes de empezar a modelar.
En el horno es importante no utilizar la función de aire, y una vez pasado el tiempo de cocción (unos 12 minutos), lo mejor es dejarlas enfriar en la misma rejilla pues si las dejamos sobre una superficie plana se podrían humedecer y ablandar.
Igualmente, cuando salen del horno están más blanditas, ya endurecen cuando las dejamos enfriar.
Una vez frías, empezamos con la decoración con fondant que para ello utilizamos los mismos moldes con los que hemos hecho las galletas.
…¡y a partir de aquí la imaginación al poder! Fantasmas, zombies, momias (¡mis preferidas!), murciélagos, calabazas… todo lo que se os ocurra, es lo bueno del fondant que con un poco de imaginación salen cosas chulísimas!
¿Os gustan? ¡A mi me parecen terroríficamente geniales!